Fiebre en los bebés
La fiebre es el aumento de la temperatura, casi siempre como consecuencia de un proceso vírico. Aunque es un signo de alerta no debemos alarmarnos, y sí, controlar su temperatura ya que la fiebre es un mecanismo de defensa.
La temperatura corporal varía de un cuerpo a otro, dependiendo a la hora en que se tome o en donde se mida. Pero hay unos parámetros básicos para que podamos controlar la fiebre.
Las temperaturas menores a 39º suelen ser bien toleradas por los menores, no por eso debemos relajarnos, sino controlar que vaya bajando la fiebre.
Una de las formas más fiables de controlar la temperatura a un niño es por el recto. Debemos guardar precaución y no dejar solo al pequeño con el termómetro puesto ya que puede romperse en su interior de manera accidental.
Cuando nuestro hijo está decaído, tiene menos apetito o incluso irritable es debido al proceso febril. Para ello es bueno dejarle con poca ropa en un lugar con una temperatura suave. Darle líquidos es bueno, pero siempre si nos lo pide, no debemos forzarlo.
Cuando la temperatura es muy alta se suele dar un baño con la temperatura del agua a unos 29-32º. Siempre mojándolo suavemente, pero no sumergirlo en agua fría o envolverlo en toallas frías.
Los antibióticos solo pueden ser prescritos por el pediatra, no tomemos decisiones que pueden perjudicarle. Consultar al médico en todo momento.
Los medicamentos para la fiebre no tratan la enfermedad en sí, solo bajan la temperatura corporal. Solo suelen administrarse cuando su fiebre es alta y prescrito por el pediatra.